Las artesanías despiertan la magia de ser niño

De generación en generación los juguetes han sido portadores no solamente de diversión, sino de destrezas capaces de crear en los niños, jóvenes y adultos un mundo imaginario donde se estimula la creatividad y se fortalecen valores.

Los juguetes fueron diseñados para divertirnos y sobre todo para enseñarnos aspectos importantes en cada una de las etapas de nuestra infancia. Desde el mecer del trompo, el lograr “encholar” la “coca”, alimentar a las muñecas, cocinar en ollitas de juguete y hasta crear una estrategia para no perder una tensionante partida de parqués. Todos hemos pasado por el encanto de uno de estos juegos.

No importa si se es hombre, mujer, niño o adulto. Lo único importante es querer divertirse. ¿Quién no ha tenido durante su vida un trompo, una “coca”, una cometa o una muñeca de trapo? Ni siquiera los avances tecnológicos han logrado desplazar estos sencillos y magníficos acompañantes, porque ellos simplemente se niegan a desaparecer.

La facilidad al elaborarlos, y el gusto que se tiene por estos, ha llevado a que muchas familias de artesanos se dediquen a su producción y comercialización, y a ellos hoy también damos gracias por su dedicación al oficio y contribución a que nuestras tradiciones de conserven.

Por ejemplo que más artesanal que un trompo de madera. Este hace parte de los juguetes más comunes y que aún son comercializados en todo el país. Los hay grandes, medianos y pequeños, de todos los colores imaginables. Son elaborados con madera de guayacán, nogal o eucalipto. En el centro tiene una púa de metal donde se enrolla la piola para que gire.

Todos los que lo han usado saben bien que solo se necesita suficiente espacio, mucha fuerza para enrollar la pita, y una técnica propia para que gire o para hacer figuras, eso si, buscando que el trompo nunca deje de girar. 

Además, ¿quién no soñó ser un vaquero galopando sobre un caballito de madera? pues este se limitaba a un palo de escoba que hacía la función de cuerpo y una cabeza de donde se pueden llevar las riendas para poderlo montar. Con los años se convirtió en una pieza artesanal, cuya cabeza es elaborada en diferentes materiales, papeles o trapos, forrada en cuero con ojos de plástico.

Este juguete fue y sigue siendo muy común entre los niños, pues no hay película del oeste que no se pueda representar usando esta sencilla herramienta, y simplemente con montarla ya hace parte de todo un derroche de imaginación. 

Recordando a las niñas de todas las épocas ¿Cuál de ellas no ha tenido una muñeca simulando un bebé real? La edad no importa para tener una muñeca de trapo, las más grandes las coleccionan mientras las más pequeñas las miman y consienten.

Si hay otro juego que estimula la motricidad de quien lo usa es la “coca” o balero. Para aprender a jugar se debe ensayar y fallar. La coca consta de tres partes: Un impulsador, el cual es la parte de abajo siendo la más larga y de donde se sostiene la “coca”, un mazo que es la parte que se debe incrustar y la piola que une las dos anteriores.

El objetivo del juego es meter el mazo en el impulsador. Después de tener dominio de esto se pueden hacer otras maniobras. Gana quien más embocadas y figuras sin parar pueda hacer.

El llamado es para que abuelos y padres sigan inculcando a los niños de nuestro país el uso de estos juguetes artesanales. Son diversión, son emoción, son tradición. 

Artesanías de Colombia en el marco de la celebración del día del niño, quiere hacer un homenaje a todos esos juguetes que con los años se convirtieron en tradiciones artesanales, y que hoy en día siguen vivos tanto en los recuerdos de quién los usó, como en las manos de los pequeños que aún se dejan encantar por ellos. 

¡Feliz día del Niño!